Recursos: Bosque – Historia de las plantaciones forestales

RECURSOS: BOSQUE Y PLANTACIÓN FORESTAL Historia de las plantaciones forestales

¿Desde cuándo existen las plantaciones forestales?

Los seres humanos han plantado árboles desde hace miles de años. Hay registros de plantaciones de olivos alrededor del mar Mediterráneo que datan de más de 6.000 años. Los agricultores de la época las usaban para obtener madera, alimentos, gomas, resinas, taninos y materiales con fines decorativos. La mayor parte de los bosques que existen hoy en Europa nacieron como plantaciones forestales.

Algo similar ocurrió en Egipto, donde se ha encontrado evidencia de plantaciones de árboles de mirra traídos desde Somalia. También se conocen muestras de plantaciones forestales de 4.000 años en China, donde los emperadores crearon servicios forestales profesionales para mantener grandes bosques y reforestar las tierras que no se estaban utilizando.

En el siglo XX, la creación y aprovechamiento de las plantaciones forestales tomó un ritmo acelerado, con consecuencias positivas y negativas a nivel ambiental y social. A partir de las décadas de los sesenta y setenta, la forestación llegó a ser un componente importante de las políticas de países con posibilidad de convertirse en grandes productores. Algunos países sacrificaron bosques nativos para reemplazarlos por plantaciones más manejables y lucrativas, mientras que en otros, con prácticas forestales más responsables, se reaprovecharon suelos ya erosionados para instalar nuevos árboles sin tener que talar bosques nativos.

¿Cuándo comenzaron a plantarse árboles en Chile?

Los primeros intentos por plantar árboles importados en Chile ocurrieron casi a la par con la Independencia del país de la dominación española. Según cuenta la tradición, en 1810 llegaron desde Mendoza los primeros 20 álamos que serían usados para plantaciones en los campos entre Copiapó y Talca.

Durante las siguientes décadas, el crecimiento de la población y la industria chilena hicieron que grandes extensiones de bosque nativo fueran cortadas, primero para obtener combustible y materias primas, luego para dejar espacio a enormes zonas agrícolas y ganaderas, además de faenas mineras, las cuales tuvieron un fuerte impacto en la calidad del suelo en la zona centro-sur del país.

Según cuenta la historia, en 1823, un navío que tenía como destino final Perú dejó en nuestro país las primeras semillas de eucalipto. No fue algo planeado de antemano: la tripulación encargada de transportarlas llegó a la conclusión de que las semillas no llegarían en buenas condiciones al puerto donde debían entregarlas y simplemente las abandonaron aquí.

Por su parte, en 1886, el empresario penquista Arturo Junge encargó semillas de pino Oregón desde Estados Unidos, pero por error le enviaron semillas de pino radiata, una especie por entonces desconocida en el país. Este error, sin embargo, demostraría ser beneficioso, ya que pronto se descubrió que esta especie crecía particularmente bien en Chile.

Durante el siglo XX, el Estado chileno comenzó una serie de proyectos para incentivar la producción de plantaciones forestales en el centro y sur, con el fin de recuperar tierras que habían sido erosionadas o degradadas producto de uso intensivo para otras actividades. En especial, el Decreto Ley 701, firmado en 1974, incentivó la creación de plantaciones forestales a gran escala, un proceso de crecimiento que se ha mantenido hasta hoy.

 

¿Cuál es la situación actual de las plantaciones forestales en nuestro país?

Hoy las plantaciones forestales en Chile se componen fundamentalmente de pino radiata y distintas especies de eucalipto, muy por encima de otras variedades. La gran mayoría se ubican desde la región del Maule hasta la Araucanía, en zonas que suman aproximadamente 3 millones de hectáreas.

Gracias a las condiciones naturales favorables para la silvicultura y la inversión industrial y tecnológica, Chile está entre los veinte productores forestales más grandes del mundo. En el país existe una gran variedad de productos relacionados con la industria forestal en diversos niveles de acabado, como madera aserrada y elaborada, molduras, tableros, chapas, astillas, celulosa blanqueada y no blanqueada, biomasa, papeles, cartones y sus derivados. Y, en muy menor medida, se elaboran productos no madereros, que se comercializan tanto a nivel local como en el extranjero.