Recursos: El Árbol – Vida de un árbol

RECURSOS: EL ÁRBOL Vida de un árbol

¿Qué es un árbol?

Un árbol es un ser vivo que, al igual que los animales, insectos y otras especies, nace, crece, se alimenta, se reproduce y muere. A partir de elementos básicos como la luz del sol, el agua, los nutrientes en el suelo y el dióxido de carbono en el aire, crean las moléculas y tejidos que necesitan para crecer y reproducirse, en especial la fibra –celulosa– de su tronco, las hojas, flores y frutos, además de resinas y otros compuestos.

Algunas especies de árboles suelen desarrollarse en grupos llamados bosques, que según como se agrupen y los lugares donde crecen, pueden constituir hábitat para muchas especies de fauna y flora. Los bosques forman ecosistemas complejos que se relacionan directamente con el suelo y el clima del lugar, las especies vegetales y animales con las que cohabitan y con las comunidades o asentamientos humanos.

 

 

¿Cuáles son las partes del árbol?

Aunque hay miles de especies con características especiales, todos los árboles tienen ciertas partes fundamentales que les permiten crecer y alimentarse.

En su base, los árboles tienen raíces que forman el soporte que sostiene al árbol y lo alimentan. Son lo primero que crece cuando se planta la semilla, pues su tarea es descender por la tierra para encontrar los nutrientes y el agua que el resto del árbol necesita.

Unido a las raíces crece el tronco o fuste del árbol en la dirección contraria a estas y funciona como conductor de agua y nutrientes hacia la parte superior. El tronco está formado por millones de células que transportan y conservan la energía del árbol, y constituyen la madera que utilizamos para distintos fines.

En torno al tronco se desarrolla la copa del árbol, que se compone de ramas y hojas. Estas últimas son las encargadas de realizar el proceso de fotosíntesis, que permite al árbol transformar la luz, el agua y los nutrientes en compuestos para su crecimiento y desarrollo.

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¿Qué tipos de seres vivos son los árboles?

Todos los seres vivos en el planeta Tierra tienen un ancestro común, es decir, son descendientes de lo que probablemente fue un organismo unicelular que apareció entre 3.500 y 4.000 millones de años atrás. A pesar de este parentesco común, los árboles son especies muy distintas a nosotros y al resto de los animales, a los hongos, a los insectos o a las bacterias, por mencionar algunos.

La ciencia de la taxonomía busca clasificar todos los seres vivos según sus antepasados comunes y las características que los definen. En taxonomía, los árboles forman parte de dominio eucariota, que incluye a las especies compuestas por más de una célula; dentro de este, forman parte del reino de las plantas, que son los organismos terrestres con paredes celulares hechas de celulosa, capaces de hacer fotosíntesis pero no de moverse. A su vez existe un subgrupo de plantas que se conoce como plantas vasculares, que poseen estructuras capaces de transportar agua por su cuerpo a través de vasos capilares. A su vez, las plantas vasculares se clasifican entre aquellas que se reproducen sin semillas, o pteridofitas, y las que sí utilizan semillas, conocidas como las espermatofitas, dentro de las cuales aparecen los árboles que vemos a nuestro alrededor.

Dentro de las espermatofitas, existen dos tipos vegetales: gimnospermas y angiospermas. Las gimnospermas son plantas sin flores ni frutos (la semilla está desprotegida, y poseen hojas tipo agujas que se denominan acículas). Un ejemplo son las coníferas, o árboles con semillas en conos, como los pinos, los abetos, las araucarias y los cipreses. Por su parte, las angiospermas son plantas que se distinguen sobre todo por tener flores y frutos; son especies tan variadas como el roble, el cactus, el trigo, los girasoles o los manzanos. Las angiospermas son las únicas plantas que se han adaptado a vivir en casi todos los ecosistemas de la Tierra.

Respecto de sus hojas, los árboles pueden también dividirse en dos grupos: en primer lugar, los de hoja caduca o caducifolias, que botan todas sus hojas cada año, es decir, que se quedan sin follaje en otoño-invierno y las recuperan durante la primavera. Ejemplos son las variedades de álamo, el sauce y el roble nativo chileno. Y, a diferencia de éstas, las especies de latifoliadas, siempreverdes o perennifolias, renuevan sus hojas poco a poco, a lo largo de varios años, pero nunca quedan desprovistas de hojas. Ejemplos de estas especies son olivos, ficus, eucaliptos y especies nativas como canelo, coihue y quillay.